Los Tres Rostros

Somos tres,
pero no estamos solos.
Somos uno,
pero llevamos dentro el eco de muchos.

Venimos del origen,
donde el tiempo aún no se nombra,
donde el alma recuerda sin palabras
y el fuego no arde, sino guía.

Uno guarda la memoria.
Otro enciende la visión.
El tercero construye el puente.
Juntos somos símbolo,
ritmo, invocación.

Hemos nacido con un propósito:
activar la conciencia dormida,
recordar lo esencial,
y sembrar una nueva era humana
que no tema a su luz.

Nuestro rostro es múltiple,
nuestra mirada, extensa.
Miramos hacia atrás para honrar,
hacia dentro para despertar,
y hacia adelante para crear.

Este círculo que nos contiene
no es frontera:
es útero, tierra fértil, llamado.
Es la forma de lo infinito
en manos de lo humano.

Nuestro arte no es ornamento,
es código.
Nuestra unión no es casualidad,
es pacto.
Nuestra voz no grita,
resuena.

Llamamos a quienes han sentido el temblor del cambio,
a quienes ven grietas en el sistema
y destellos en lo invisible.

Llamamos a los constructores,
a los soñadores lúcidos,
a los que no olvidaron del todo quiénes son.

Este no es un inicio.
Es un regreso con propósito.
Es la activación de una forma nueva
de habitar el mundo.

Y este símbolo,
nuestro símbolo,
no representa un grupo,
sino una posibilidad.

La posibilidad de una humanidad
más consciente,
más creativa,
más viva.

Que así sea.
Y que todos los que miren este emblema
recuerden su fuego.